En CH Capital mantenemos una visión prudente respecto al oro. Consideramos que el metal precioso refleja actualmente un sesgo alcista generalizado que no se sostiene en fundamentos sólidos. Nuestro análisis parte de un principio básico:
el precio del oro solo puede analizarse desde la oferta y la demanda, pero ambos factores son altamente impredecibles.
A diferencia de otros activos, el oro no genera flujos de caja ni puede valorarse mediante métricas fundamentales tradicionales. En consecuencia, gran parte de las tesis recientes que justifican precios elevados se apoyan en narrativas macroeconómicas especulativas, inflación estructural, recortes de tipos, riesgo geopolítico, pero la historia demuestra que la macroeconomía y el mercado no siempre están sincronizados. Este desajuste suele generar episodios en los que el precio incorpora expectativas no contrastadas.
Cuando un activo encadena subidas rápidas y pronunciadas, como ha ocurrido con el oro en los últimos trimestres, lo normal es que el precio necesite corregir para absorber beneficios y eliminar posiciones especulativas. El oro no es una excepción; es un activo propenso a movimientos extremos y retrocesos abruptos cuando la narrativa dominante cambia.
Una referencia clara es el ciclo 2011–2015.
Tras marcar máximos históricos en 2011 impulsado por el miedo a la crisis financiera, QE y la debilidad del dólar, el oro cayó más de un 40% en los siguientes años. El patrón se repite:

Ese periodo es un ejemplo perfecto del comportamiento actual:
un activo muy posicionado, ampliamente discutido y sustentado por argumentos macro que no se materializaron como esperaba el consenso.
También pueden compararse otros episodios similares:
En todos los casos, la constante fue la misma:
cuando el mercado entra en modo corrección y aumenta la necesidad de liquidez, el oro sufre.
Nuestra opinión general es que los mercados financieros cotizan actualmente en múltiplos exigentes, con PERs elevados y una valoración que descuenta un escenario casi perfecto para la renta variable.
Si este exceso de valoración desemboca en una corrección, algo probable, es lógico pensar que muchos inversores:
Históricamente, las correcciones bursátiles profundas han venido acompañadas de ventas en el oro, no compras, en contra de la creencia popular del “refugio automático”. En momentos de estrés, el inversor prioriza la liquidez y las oportunidades, no necesariamente los activos defensivos.
Una señal clara de burbuja o sobrecalentamiento es cuando un activo se convierte en la conversación dominante del mercado.
Hoy vemos al oro en titulares, análisis, recomendaciones y narrativas que lo presentan como destino obligado para cualquier cartera. Esta unanimidad es un síntoma de exceso de confianza y sesgo colectivo, más que de una tesis realmente fundamentada.
La historia de los mercados demuestra que cuando “todos están en el mismo lado del barco”, los riesgos aumentan.
Existe otra tesis que refuerza nuestra visión:
cuando la bolsa corrige, los inversores suelen aumentar su liquidez en dólares. Reducción de riesgo implica deshacer posiciones y acumular cash en la divisa global por excelencia.
Si la demanda de dólares aumenta:
Este mecanismo se observó en episodios como:
Desde CH Capital consideramos que el oro presenta un riesgo de corrección significativo.
Vemos:
En nuestra opinión, el equilibrio riesgo–retorno del oro está descompensado y no justifica una sobreexposición en carteras en este momento del ciclo.

